La historia del lavado de manos

El lavado de manos en la historia y por qué te decían loco por hacerlo

Durante muchos años, el lavado de manos fue algo que no se consideraba importante en el proceso médico.

El imaginar un mundo donde tener limpieza, al momento de recibir tratamiento médico, es algo que hoy en día ni siquiera nos pasa por la cabeza.

La asepsia es una de las primeras cosas que se les enseña a los médicos durante sus años de aprendizaje, pues es lo mínimo para evitar contagios por factores externos.

No somos capaces de imaginar un momento histórico donde el ir al hospital era motivo por el cual tu vida terminaría, pero así era.

En la época, el que alguien tratara de cambiar los usos y costumbres de los médicos era algo inaudito, y menos si no tenía pruebas.

Así es cómo se desarrolló la historia de Ignaz Semmelweis.

El hospital en el siglo XIX

El entrar a un hospital era una sentencia de muerte para casi todos los pacientes, pues el porcentaje de supervivencia era mínimo.

Antes de 1870, el completo desconocimiento de las bacterias fue el principal motivo de muerte en hospitales, sobre todo por la fiebre purpurea.

La fiebre purpurea se presentaba en diversos pacientes al tener contacto con las bacterias que se formaban en el cuerpo de una persona que hubiese fallecido.

El contacto de doctores y estudiantes con cadáveres sin ninguna clase de protección  durante las biopsias, era algo normal, lo peligroso es lo que hacían después.

Era normal que los médicos y estudiantes atendieran a los diversos procesos del hospital sin ningún tipo de protección o medida de higiene.

El pasar de la morgue a la sala de parto, sin limpiarse las manos ni usar guantes, era el día a día.

Esto se debía a las infraestructuras de los hospitales y del transporte de agua, por lo que era muy difícil tener tomas de agua dentro de edificios y debían de salir de la instalación para obtener agua.

Así mismo, las operaciones se realizaban en el mismo lugar donde estaban los pacientes en recuperación, en áreas ventiladas para “deshacerse del olor”.

En general, un hospital era un foso de enfermedades, sin importar las buenas intenciones que se tuvieran para salvar a las personas.

Semmelweis, el pionero del lavado de manos

Ignaz Semmelweis (1 julio 1818 – 13 agosto 1865) fue un obstetra que descubrió el detalle que cambió la historia médica.

En las dos clínicas que trabajaba había una enorme diferencia entre las mujeres embarazadas que morían en uno y otro.

La mayor diferencia era quienes laboraban en cada uno, pues en uno eran los médicos y sus estudiantes, y en el otro las parteras y sus aprendices.

La diferencia entre una clínica y otra era la limpieza que se llevaba.

Las mujeres procuraban tener agua, toallas y manos limpias para recibir al recién nacido. Los médicos no prestaban importancia a eso.

En 19847, Semmelweis comenzó a instaurar el lavarse primero las manos con cal clorada, especialmente si antes se había estado en contacto con un cadáver.

El rango de muerte bajó hasta estar al mismo nivel que en el área de parteras.

El éxito llevó a Semmelweis a proponerlo frente a la comunidad médica.

Propuso que la suciedad y las “partículas cadavéricas” eran el principal motivo de muerte por fiebre purpurea.

El mayor problema era que no tenía forma física de demostrar su hipótesis, por lo que fue ignorado, demeritado y ridiculizado.

Los médicos buscaban motivos para no sentirse culpables, por lo que hacer menos la investigación de Semmelweis fue la solución.

La decadencia de Semmelweis

Durante años siguió promoviendo la limpieza de manos con cal clorada para evitar infecciones, pero continuó siendo muy mal recibido.

Después de años, publicó su libro “Etiología, concepto y profilaxis de la fiebre de parto”, tratando de demostrar que el lavado de manos salva vidas.

En 1865 fue ingresado en un hospital psiquiátrico por su familia, por demencia.

A las dos semanas, Semmelweis murió de fiebre purpurea, cosa que no se sabe si fue para demostrar lo que sucedía siendo su vida evidencia o por parte de sus investigaciones.

Afortunadamente, a partir de sus investigaciones, conjunto a los descubrimientos de Pasteur, el proceso del lavado de manos y muchos otros procesos de limpieza comenzaron a instaurarse en los hospitales como medida mínima para atender a pacientes.

 

El tener una correcta asepsia en cada área del hospital es muy importante para proteger la salud y bienestar de los pacientes.

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